Introducción
En un pequeño pueblo de la sierra, vivía un pollito llamado Pollo que soñaba con grandes aventuras. Mientras los otros pollitos corrían por el campo bajo la supervisión de su madre, Pollo no podía evitar sentirse curioso y ansiar lo desconocido. Un día, mientras vagaba buscando algo que hacer, cruzó un camino que llevaba a un viejo y Chicken Road misterioso edificio. Intrigado, Pollo decidió explorarlo. Lo que él no sabía era que ese edificio albergaba el gran casino del pueblo, oculto detrás de murallas de hierro.
El Encuentro Con el Casinero
Al entrar en la penumbra del edificio, Pollo se encontró ante un hombre mayor, vestido con un traje elegante y una corbata roja. El casinero, al ver a Pollo, mostró una sonrisa socarrona.
—¡Hombre pequeño! —exclamó—. ¿Qué te trae por aquí? Aquí no es lugar para ti, muchacho.
Pollo, asustado pero decidido, explicó su curiosidad y su deseo de conocer el mundo que le rodeaba más allá del campo y los cerros. El casinero, con una sonrisa malévola, decidió hacer de Pollo un guardián en lugar de simplemente echarlo.
—Estás muy pequeño para entrar —dijo— pero puedes ser mi guardian. Cuida este lugar, y yo te daré lo que necesites.
Pollo aceptó sin dudarlo. A pesar de que la tarea parecía abrumadora, Pollo se sintió orgulloso de su nuevo papel.
La Gran Jornada
Días pasaron y Pollo comenzó a realizar sus rondas nocturnas con una nueva determinación. Un día, mientras patrullaba el casino, Pollo oyó unos sonidos extraños provenientes del salón principal. Intrigado, se acercó sigilosamente.
En la penumbra, vio a un grupo de personas jugando y riendo ruidosamente. Sin darse cuenta, Pollo había descubierto el verdadero corazón del casino: los juegos de azar. La sorpresa fue mayor cuando comprendió que aquellos juegos no eran solo para humanos.
—¡Mira! —gritó un hombre al ver a Pollo—. ¿Un guardián en el juego? ¡Es perfecto!
Pollo se dio cuenta de la situación y rápidamente corrió hacia la puerta, pero era demasiado tarde. El grupo de jugadores le bloqueó el camino.
—Vamos, pequeño —dijo un hombre con una sonrisa triunfante—. Únete a nosotros en la diversión.
Pollo intentó escapar, pero las personas lo rodearon y comenzaron a presionarlo con sus juegos. A través de su pánico, Pollo recordó su lealtad hacia el casinero y decidió luchar por su honor y libertad.
La Batalla del Pollito
Pollo no era un luchador fuerte ni habilidoso en los juegos, pero tenía una cosa que ninguno de ellos esperaba: la determinación. Con los ojos brillantes de coraje, Pollo comenzó a resistirse.
—¡Déjenme ir! —gritó con voz firme.
Los jugadores se sorprendieron y trataron de intimidarlo. Pero Pollo no cedió; su espíritu era inquebrantable. Un hombre intentó jugar un juego en el que Pollo debía apostar, pero Pollo se negó a perder.
—¡No! —dijo Pollo con fuerza—. No jugaremos más juegos si me retienen aquí contra mi voluntad.
Los jugadores, frustrados y enojados, intentaron empujar a Pollo hacia los juegos. Pero la resistencia del pollito era mayor que su pequeño tamaño. Al final, uno de ellos decidió tomar una acción drástica: le propinó un puñetazo a Pollo.
Pollo cayó al suelo, y aunque se encontraba herido, no permitió que eso lo venciera. Con todas sus fuerzas, Pollo levantó la mirada y enfrentó al hombre que había golpeado a su compatriota.
—¡No! —gritó el casinero, saliendo de las sombras—. No me importa cómo, pero tú no vas a tratar así a mi guardian.
El casinero se abalanzó sobre los jugadores y comenzó a luchar contra ellos. Pollo, vio al casinero en acción y comprendió que su protector era un héroe oculto. Al ver que el casinero estaba en peligro, Pollo decidió ayudarlo.
Con una nueva determinación, Pollo se levantó del suelo y comenzó a luchar contra los jugadores. El pequeño pollito, con una valentía sorprendente, logró deshacerse de ellos y liberar al casinero.
El Final
Tras la batalla, Pollo se sentó a descansar junto a su nuevo amigo, el casinero. El hombre, impresionado por la valentía del pollito, le ofreció todo lo que necesitaba para vivir en paz.
—Tienes un gran corazón —dijo el casinero—. No eres solo mi guardian; eres mi amigo. ¿Qué deseas pedirme?
Pollo pensó y finalmente respondió:
—Solo quiero volver a casa y compartir mis aventuras con mis amigos.
El casinero sonrió, aliviado, y asintió. Pollo, al fin libre de su encierro, se dirigió hacia la salida del casino. Mientras caminaba, mirando atrás, vio cómo el viejo edificio comenzaba a perder su aura misteriosa.
Al final de su gran jornada, Pollo aprendió que valentía y determinación son cualidades más poderosas que cualquier trampa o juego. A partir de ese día, Pollo regresó al campo con una nueva perspectiva sobre la vida y el valor de amistad y lealtad.
Y así termina nuestra historia, no solo de un pollito en el casino, sino también de un héroe que encontró su camino a casa.